VIDEOS. DOCUMENTO, TEXTO. LA RADIACIÓN Y SUS EFECTOS SOBRE EL SER HUMANO.



¿Qué es y cómo nos afecta la radiación?



La radiación es la propagación de energía en forma de ondas electromagnéticas o partículas. A finales del siglo XIX, Henri Becquerel descubrió que algunos cuerpos, como el uranio, emitían radiaciones espontáneamente.
A este fenómeno se le conoce como radiactividad natural. Con el tiempo se descubrió que estas emisiones eran el resultado de la desintegración de átomos inestables, cuyos núcleos se dividen liberando energía.
En la medida en que la radiactividad es un fenómeno natural, todos los seres vivos estamos expuestos a una cierta dosis de radiación, ya sea procedente del espacio, de los alimentos que ingerimos o de los materiales que forman el suelo.

Existen dos tipos de radicaciones
» Las radiaciones ionizantes tienen energía suficiente para romper las moléculas en las que inciden. Ejemplos de este tipo de radiación son las partículas alfa, beta, rayos gamma y rayos X.


» Las radiaciones no ionizantes tienen menos energía y no son capaces de romper los enlaces atómicos. Son radiaciones no ionizantes las microondas, las ondas de radio, los infrarrojos.



Los efectos de la exposición a la radiación
En Galicia, por ejemplo, la acumulación de radón, un gas radiactivo procedente de la desintegración del uranio, constituye un problema en los sótanos sin ventilación.
Se llama envenenamiento por radiación a la exposición a altas dosis de radiación ionizante. No todas las radiaciones tienen la misma nocividad, por lo que es necesario multiplicar la radiación absorbida por el organismo por un coeficiente de ponderación determinado, para tener en cuenta las diferencias. Esta medida se conoce como dosis equivalente y se mide en sieverts.
Los efectos de la radiactividad sobre la salud son complejos. La gravedad de los daños depende del tipo de radiación, de la intensidad de la dosis y del tiempo que se prolongue la exposición. Además, también influye el tipo de tejido afectado y su capacidad de absorción ya que, por ejemplo, los órganos reproductores son 20 veces más sensibles que la piel.
Por tanto, los síntomas del envenenamiento por radiación son múltiples: desde quemaduras en la piel, pérdida de pelo, desmayos, vómitos, fatiga, etc. hasta alteraciones genéticas, el cáncer o la muerte.




Alteraciones como estas son las que sufrieron las víctimas del accidente nuclear de Chernóbil (Ucrania), el más grave de la historia. Ocurrió el 26 de abril de 1986, durante una prueba en la que se simulaba el corte del suministro eléctrico.
Fue entonces cuando se produjo un inesperado sobrecalentamiento del núcleo del reactor que finalmente provocó la explosión del hidrógeno contenido en su interior. Las consecuencias que la enorme cantidad de radiación emitida en la explosión tuvo sobre las personas y todo el entorno natural fueron enormes, y aún hoy se sufren sus efectos.
Este es el único accidente que se ha clasificado en el nivel máximo (7) de la escala INES, una escala que mide la gravedad de los accidentes nucleares.
Afortunadamente, las probabilidades de que algo así vuelva a ocurrir son extraordinariamente bajas. Hoy en día, la energía nuclear ya es una tecnología madura y ofrece unas buenas garantías de seguridad.






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